En la lejanía del tiempo…

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En la lejanía del tiempo, más allá de donde habitan los recuerdos, donde se esparcen las sombras primeras en las que terminó reinando la luz de la creación, está el primer soplo de vida, la primera esperanza que se vertió sobre el hombre en su humildad de tierra y agua. Y en aquel soplo vital se tiñó la sangre y el fuego y se abrió al latido del corazón. El hombre fue puesto para cumplirse.

 En la cercanía del tiempo, más acá de donde habitan los silencios, donde se esparcen las sombras cenicientas de la noche y llenan las calles con sonido de hojalata,  está la última esperanza que se vierte sobre el hombre, en su arrogancia de poder y fuerza.

 Más allá del tiempo, del espacio que nos limita, de las estrellas que nos cubren, más allá, incluso, del primer día, está el sueño de lo imposible reposando sobre los umbrales de la pequeña historia del hombre y su delirio.

 Más cerca aún de la sangre, del aliento de las entrañas, más cerca, incluso, de la primera palabra, está el sabor amargo de la soledad infinita.

 Y para desprenderse de la soledad, el hombre inventa su vida. Como si ese pecado original se pudiera tapar con sueños.

Isidoro Irroca

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